martes, 18 de enero de 2011

El vino orgánico

Orgánico, organismo, vida… Éstos son los significados centrales de quienes buscan respetar el proceso natural de la producción de uvas, sin la inclusión de los fertilizantes y pesticidas químicos que transformaron la agricultura durante la segunda mitad del siglo XX. El reto lo están asumiendo mayoritariamente productores de vino en América, Australia y Sudáfrica.

Sus defensores están convencidos de que un suelo rico y vivo, alimentado con productos naturales, contiene todos los nutrientes que necesita la uva para fermentar limpia y saludablemente. Las vides orgánicas de calidad también cuentan con los químicos naturales que aportan riqueza y complejidad a los sabores del vino, así como también con los preservativos y los antioxidantes naturales que resultan beneficiosos para la salud de los seres humanos.

El respeto absoluto a la evolución natural de la uva y su sostenibilidad representan un desafío para enriquecer el suelo, alejar a bichos y hongos que afectan la salud de la uva al aire libre y evitar ciertas bacterias durante el proceso de vinificación. Hasta el momento, son muy pocas las casas que producen vinos 100% orgánicos. La mayoría se valen de productos químicamente elaborados en algún momento del proceso, aunque sea en una mínima proporción.

A diferencia de los europeos, desde los años 90 los estadunidenses han ido desarrollando regulaciones para la producción orgánica y el reconocimiento en las etiquetas que atraen a los mercados. Actualmente distinguen cuatro categorías: 1) 100% orgánico, 2) orgánico, 3) hecho con ingredientes orgánicos y 4) hecho con algunos ingredientes orgánicos. Los dos primeros no deben contener sulfitos agregados. Los dos segundos deben incluir uvas producidas orgánicamente.

La certificación estadounidense aún resulta confusa no solo para los consumidores, sino también para muchos productores hoy activos en debates y campañas para modificar las normas. Muchos ni se molestan en certificarse. Uno de los temas más discutidos es el de la incorporación de sulfitos que ayudan a preservar los vinos y nada tiene que ver con el esfuerzo de producir uvas orgánicas. En nuestra próxima edición hablaremos del efecto de los sulfitos en el vino y en quienes lo disfrutamos.

Si bien la producción mundial de vinos orgánicos sigue estando por debajo del 3%, el interés está creciendo con el siglo. Ya la producción de California va por encima del 15%. Se extiende poco a poco la inquietud por métodos amigables con el ambiente y con ella se plantea una nueva controversia: la ingeniería genética de las vides.

Evolución orgánica natural vs. Desarrollo tecnológico… Para unos opuestos, para otros complementos. Entretanto, seguimos viviendo… ¡al ritmo del vino!

Inés Urdaneta

“El vino es vida”
Petronio

viernes, 14 de enero de 2011

El Merlot

La uva tinta Merlot conforma los vinos más costosos y codiciados del mundo. Pero los hay de todos los precios y excelentes calidades. Suelen ser descritos como elegantes, afrutados, aromáticos y aterciopelados. Dependiendo de su procedencia y vendimia, pueden resultar más opulentos o más delicados. Son extraordinariamente versátiles. Sus atributos la hacen la uva estrella de Burdeos, Francia, y la segunda de los Estados Unidos después de Cabernet Sauvignon.

Merlot es familia de las Cabernet, Sauvignon y Franc, pero su piel es más delgada, madura más rápido, es más dulce, menos ácida y tiene menos taninos. En consecuencia, sus vinos requieren menos años de añejamiento en botella que Cabernet Sauvignon. Los que provienen de zonas más frías gozan de mayor acidez y los que se elaboraron con uvas menos maduras tienden a tonos más herbáceos que frutales. Además de los vinos 100% Merlot, esta uva también se usa para suavizar y balancear las Cabernet.

Su origen está en Burdeos donde es la vid más sembrada y, además, ostenta su reconocimiento en las etiquetas de los muy prestigiosos vinos de las regiones St. Emilion, Pomerol (su Château Petrus es 100% Merlot), y Medoc. Aquí se producen Merlots de mucho cuerpo. En toda Francia, es la tercera uva después de Carignan y Grenache. A mediados de 1800, Merlot comenzó a internacionalizarse y, actualmente, se cultiva en el resto de Europa, Australia, Sudáfrica y América. Es muy exitosa en Estados Unidos, donde se consumen alrededor de 240 millones de botellas de Merlot californiano al año, sin contar los de Washington y Oregon.

Haber conquistado millones de paladares no es de extrañar. Al no ser tan fuerte, Merlot es un tinto fácil de tomar. No será en general el preferido de los coleccionistas, pero está entre los favoritos de los consumidores del día a día. Es un vino que tiende a ser de cuerpo medio a entero, cuyos aromas y sabores se asocian con cerezas, ciruelas y otras frutas rojas del bosque, vainilla, especies, tabaco, chocolate, café, cedro y roble, ahumados, pimientos y hierbas.

Las distintas gamas del Merlot armonizan con diversas comidas. Los más tánicos parecidos al Cabernet, combinan mejor con quesos de sabores medios a fuertes, carnes de vaca, cerdo y cordero. Los más ácidos provenientes de lugares más fríos pueden tratarse más como los Pinot Noir, y maridan mejor con quesos cremosos, carnes de ave, mariscos de cáscara y pescados grasosos como el salmón, así como con hongos, tomates, pastas, pimientos y arroces. Las comidas picantes acentúan los ácidos y taninos del Merlot, opacando sus demás sabores. La mejor temperatura para servirlo es de 15 a 18º C (58 a 65ºF).

Para disfrutar mejor el Merlot, más vale probar y comparar regiones. Que no queden fuera los de Burdeos, ni los estadounidenses. La elegancia… ¡al ritmo del Merlot!

Inés Urdaneta

“El Merlot se ha convertido en el vino tinto querido. ¿Será porque el Merlot es fácil de tomar, o tal vez porque Merlot es fácil de pronunciar? Mientras lo pienso, por favor, tráigame una copa de Merlot”
Jim LaMar

martes, 11 de enero de 2011

Los taninos del vino

Si jugamos con las palabras del escritor Luis Aragón, la suavidad y delicadeza de un vino solo tienen significado en relación a su fuerza, aspereza o astringencia. Disfrutamos el vino en base a estos extremos que, balanceados, definen un néctar seductor. Los taninos representan la potencia de los vinos tintos que solo el tiempo en botella logra sosegar.

Ciertos procesos químicos naturales hacen que los taninos del vino produzcan una textura como la del té negro sin azúcar: áspera, seca y astringente, que se siente al frotar la lengua con los dientes, las encías y el paladar de la boca. Para quienes no están familiarizados, puede resultar algo desagradable. Sin embargo, los taninos protegen al vino, evitan que se deterioren sus componentes y, con ciertas comidas hacen magia entre sí, exaltando sabores y sensaciones. Adicionalmente, los polifenoles que aportan ayudan a protegernos de enfermedades y nos prolongan la vida, según numerosos estudios médicos. El reto del enólogo es dar cuerpo, controlar la amargura y lograr el equilibrio para no opacar todos los demás elementos del vino.

Los taninos del vino dependen, en parte, del momento de la vendimia. Mientras más madura está la uva tinta, menos agresivos son sus taninos. No obstante, si se pasara mucho, daría una uva muy dulce, carente de acidez y frescura, con mayor grado de alcohol. La herencia tánica la aportan la piel, semillas y tallos de las uvas tintas en el proceso de maceración del jugo o mosto. El contacto con las barricas de roble contribuye a una mayor aspereza.

Los vinos con más taninos son el Cabernet Sauvignon, el Tempranillo, algunos Boudeaux, Zinfandel, Barolo y Barbaresco; seguidos por los Shiraz, Merlot, Malbec y Pinot Noir, entre otros. Los Chianti, Valpolicella y Beaujolais están en el otro extremo. El hechizo de los tintos tánicos se produce con comidas más fuertes y grasas, como las carnes rojas de vaca, cordero y pato.

Mientras más jóvenes estén estos vinos, más agresivos serán sus taninos. Tanto para las personas como para los vinos finos, el tiempo significa la posibilidad de suavizar asperezas, amarguras y madurar. Tres a diez años de quietud dentro de la botella mientras crecen las moléculas de los polifenoles, terminan suavizando y equilibrando al vino.

Para probar su evolución vale comparar un mismo vino de distintos años. Al final, los opuestos no son más que partes de un mismo proceso de mágica transformación… ¡al ritmo del vino!

Inés Urdaneta

“La luz es significativa sólo en relación a la oscuridad, la verdad presupone el error. Es la mezcla de estos opuestos la que marca nuestra vida, la que la hace acre y embriagadora. Sólo existimos en términos de este conflicto, en la zona donde el negro y el blanco chocan”.
Louis Aragon

jueves, 6 de enero de 2011

El Moscatel

A quienes nos gusta el dulce, se nos hace la boca agua con solo pensar en el aromático y voluptuoso moscatel o en sus conocidos espumantes. Sin embargo, su uva es bastante versátil en la mesa y, aunque  no sean tan populares, produce  muy buenos vinos secos también.

Muscadel, muscat, moscato o moscatel no es una uva, sino una gran familia de uvas vitis vinífera que van desde la blanca, a la rosada y la tinta. No es lo mismo que el Muscadet, que es un vino blanco del Valle del Loira, en Francia, que se produce a partir de la uva Melon de Borgoña.  Moscatel, por su parte, está entre las vides más antiguas que se ha mantenido sin ser modificada genéticamente. Es originaria del sur del Mediterráneo y hoy se cultiva mayormente en Italia, Francia, España, Portugal, Grecia, el este europeo, Australia, Chile, Sudáfrica y California. Aunque la mayoría de las moscatel son dulces, las hay blancas secas también. La fruta es redonda, de piel lisa, que se da mejor en colinas con climas no muy fríos, donde hay sol, tierra húmeda y se cuenta con la influencia del mar.

Además de sus vinos dulces, secos y espumantes, las uvas moscatel las disfrutamos como fruta fresca y como uvas pasas. Es fácil asociar, entonces, la riqueza de sus aromas y sabores. De todas las vides, las moscatel son las que más exhiben aromas florales y perfumados de almizcle y retienen el mayor sabor a uva fresca. También se caracterizan por sus tonos a rosa, manzana, naranja, pasas y especias.

Dos variedades destacadas del moscatel son: la clásica y elegante Blanc à Petits Grains utilizada para los vinos blancos secos, los dulzones Beaumes de Venise franceses y los espumantes Asti Italianos; así como la típica y extensamente utilizada variedad Alexandria.  Para quienes les gusten los licores dulces, los moscatel España y Australia se distinguen por ser más densos y oscuros que los demás.

Moscatos dulces armonizan muy bien con ricos postres de frutas, de chocolate, ingredientes como canela, jengibre y clavos de olor. Los espumantes son maravillosos durante el verano y, aunque son ricos como aperitivos, también acompañan estupendamente a los postres.

Si le gusta el dulce, moscatel es en general su aliado. Puede utilizarlo también como ingrediente para preparar comidas y seguir disfrutando… ¡al ritmo del vino!

Inés Urdaneta

 “Está el Moscatel, que no solo es un vino, sino también es un estado de ánimo "
Andrés Montes

lunes, 3 de enero de 2011

Un gran momento para incorporar el vino…

Desde nuestro lado optimista, estrenar año significa renovar propósitos y crear nuevas metas. Y si bien romper las resoluciones pareciera ser parte del ciclo, como afirmó irónicamente el periodista estadounidense Eric Zorn, pocas cosas son tan gratificantes como crear y mantener sanamente nuestros rituales del vino. ¡Es hora de incorporarlos o afianzarlos!

La gran noticia es que si uno de nuestros propósitos es eliminar el peso que acumulamos durante las fiestas, ¡el vino puede ser nuestro aliado! Son numerosísimos los estudios que confirman los beneficios del resveratrol  proveniente de la piel de la uva tinta, que ayuda a procesar las grasas y estimula la producción de insulina. Una o dos copas de vino (de 4 a 8 onzas o de ½ a 1 taza… ¡no más!), junto a la comida principal del día, podría ayudarnos a adelgazar o a no engordar. Desde luego, la opinión del médico cuenta; pero para acompañar la popular resolución de año nuevo, la opción del vino luce bastante sugerente…

Esto nos lleva a contar onzas, botellas, días... Una botella por semana parece razonable. No se supone que esto significa salirnos del presupuesto. Anticipar puede redundar en ahorros o en mejor “precio-calidad” de las botellas. Las rebajas en esta época del año resultan estimulantes. Si no ha comenzado su colección, ésta puede ser la ocasión.

Sugerencias para escoger hay miles. Vale la pena planear y probar una variedad de uva cada semana o cada mes, por ejemplo. Aproveche también para trazar las distintas regiones en este itinerario de 52 semanas. Una guía ampliamente aceptada para elegir las añadas de los vinos a tomar y añejar es la de Wine Advocate. De los más recientes, como por ejemplo el 2009, los más recomendados en general son los de Burdeos-Francia, los españoles y los del norte de California.

Otra de las resoluciones seductoras es proyectar un recorrido por una región vinícola. Miles de viñedos y bodegas alrededor del mundo anhelan recibir nuestra visita para deleitar y cautivar nuestras pupilas y paladares.  

Año nuevo… vida nueva… Es hora de gozar planeando y fraguando otro año en el que probaremos, compararemos, definiremos y afinaremos nuestro gusto… ¡al ritmo del vino!

Inés Urdaneta
José Luis Estela

“Quiero creer que voy a mirar este nuevo año como si fuese la primera vez que desfilan 365 días ante mis ojos.”
Paulo Coelho