sábado, 11 de septiembre de 2010

El vino rosado o “rosé”

Cada día que pasa, el vino rosado gana nuevos adeptos. Y, aunque los conocedores no lo reconozcan como su variedad preferida, su puesto va ganando espacio y prestigio por considerarse aromático, fresco y ligero. En las zonas templadas se disfruta más durante la primavera y el verano, y en las zonas tropicales refresca durante casi todo el año.

El vino rosado no es producto de la mezcla de uva tinta y blanca, como lo son la champaña rosada o el clarete español. Más bien se trata del jugo o mosto de la uva tinta que se deja macerar junto a la piel y las semillas (hollejos), durante no más de un día ó 24 horas, sin dejar que se fermente. Se diferencia del vino tinto porque éste se macera durante veinte días, incluyendo la fermentación. Mientras más horas se macere el hollejo en el mosto amarillento, más se tiñe el jugo pasando del rosa claro a un tono más oscuro. La intensidad del color también depende del tipo de uva. Para un vino rosado más complejo, además de aumentar el tiempo de maceración, algunos pasan pocos meses de crianza en barricas de madera.

En algunas etiquetas del vino podremos apreciar la uva roja o las mezclas con las que fue hecho el vino. Entre las más conocidas están el Cabernet Sauvignon, Merlot, Shiraz, Garnacha tinta, Burgundy y Malbec, entre otras. Se produce prácticamente en todas la regiones que producen tintos.

Los vinos rosados no sólo varían sus tonalidades de color, sino también sus aromas afrutados, el nivel de acidez, azúcar y gas. Los europeos tienden a producir rosados más secos, en tanto que los estadounidenses los producen más dulzones. Sus matices de sabor pueden ser muy variados y sorprendentes. Los secos suelen tomarse antes del vino blanco y del tinto, con aperitivos fríos, ligeros y quesos poco curados. Acompañan bien a la comida mediterránea, los pescados y mariscos, pastas con salsa de tomate, pizzas, verduras y cremas, platos basados en huevos, arroces, pollos, cerdo y carnes blancas. Los dulzones complementan los quesos azules y hasta platos asiáticos picantes.

En general, los rosados se sirven a una temperatura inferior a los tintos (15 a 18⁰C), y superior a los blancos (8 a 10⁰C), entre 11 y 15⁰C.

Las bondades de los rosados no sólo residen en su versatilidad, sino también en que suelen estar al alcance de nuestros bolsillos. Cuando vaya de compras, busque los del año o el anterior, ya que son los que retienen su frescura y sus vibrantes aromas.

¡A degustar y disfrutar!

José Luis Estela
Inés Urdaneta


“El mejor vino no es necesariamente el más caro, sino el que se comparte.”
George Brassens

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